© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


sábado, 19 de julio de 2014

 La gilipollez era innata.
Se respiraba a algo absurdo que seguro podría ocurrir.
Sólo se oían tus blasfemias,
Condenando mis palabras, incitando a salir
A mis demonios.
Los paseos no se hicieron para mis collares,
Para mis mordiscos al aire
Y mi olfateo constante a tu piel, te irritaba.
Yo fui gilipollas.
Pero tú, tú fuiste estúpido, tonto, idiota.
Fuiste sólo tres palabras.
Mal dichas, tiradas y martirizadas en el pavimento
De tus cegueras.
Mis abismos aún podían permanecer a buen recaudo,
Si no te acercabas golpeando fuerte,
Pisando las paredes tontamente,
Estúpidamente,
Idiotamente,
Vagabundeando a mi alrededor,
Como sin dueño y callejero,
Machacando mis calles.

19.07.14

C. Merino

jueves, 3 de julio de 2014

Se oye a mi corazón palpitar,
A cada bomba que explota en un rincón de mi cabeza.
Los himnos se han extinguido para darnos paso.
Todos nos saludan relinchando con sus hachas.
Nos temen. Te temen.
Te ven a punto de entrar, jodiendo en mi mundo.
Oigo su final al redoblar con tus nombres,
Mientras se me entelan los ojos con la sangre,
Que brota brota brota…
            No para de brotar.
Hay charcos en mis ojos, y en mis labios.
He dejado de existir, sin haberte probado.
No he sorbido tus labios. Joder, no he probado tus ojos.
Me han maldecido, joder.
Ya no podré morir.
Joder. Joder. Joder. Si sólo fuera joder,
Podría decir que nos conocimos,
Que me despedí...


02.07.2014
C. Merino

martes, 1 de julio de 2014

He escrito ya mil despedidas.
Se acometen contra la pared dejándose morir.
Y mis manos anegadas con su rojo.
La espesura empieza a alcanzarme
Y sé que me veré ahogada en un mar profundo.
No habrá sal ni me convulsaré.
Será un segundo y habré expirado.
No habrá más movimientos.
Mis ojos se mantendrán entelados
Con un blanco roto por lo que fueron sus colores.
Su brillo los heredará el cielo,
Y mi voluntad quedará hecha pedazos.
Mis brazos se mantendrán  arqueados a los lados,
Como un Jesucristo moderno
Bailando al son de sus propias flagelaciones.
Y mis pies permanecerán descalzos
Llenos de llagas, de inviernos y gangrenados.
Porque ya no pude avanzar más  sobre aquello
Que perforaba a la par mi alma.
Resultaba un colador ridículo y sentimental,
Una imagen burda y tosca.
Sin más sentido que tus palabras,
Que por su ausencia deliro y me matan.

C. Merino

30.06.2014