La taquicardia
Empieza a hacer estragos.
Ya no tengo corazón,
Tengo un hueco.
Un desgarro en el pecho.
El ruido de un esternón abierto,
Dándome alas,
Como la tortura vikinga
Haciéndome águila.
Ya no existe el vacío.
Yo soy el abismo al que me
caigo
O me tiro,
Sin que haya diferencias
En el verbo.
Y tiemblo.
Es de noche, hace calor y
tengo frío.
Y tiemblo.
Sufro espasmos en el suelo,
Pero no muero.
No hay más aire en pes y
efes
Entrando en mis pulmones
encharcados.
Ya decía Bécquer algo
Sobre escuchar unos latidos
De una ingeniería.
Perdonadme todos.
Me lo tenía que arrancar
Para no sentirlo todo
tanto.
Sólo tengo ganas de ponerme
a arder
Todo por dentro.
Cuál pirómana rodeada de
bosque y de cerillas,
Prendo.
Nunca seré Juana de Arco,
No salvaré un pueblo,
Pero la muerte y las llamas
me salvarán
De no ser nadie,
De no ser nada.
De sobrevivir sin corazón en
el pecho.
Nunca tuve que venir aquí.
Este no es mi tiempo.
Cristina Merino
No hay comentarios:
Publicar un comentario